
diciembre 11, 2025
México registra un promedio de 2,207 horas laborales al año por trabajador, cifra que lo ubica entre los países con mayor carga de trabajo, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). A pesar de ello, la productividad por hora apenas llega a 24 dólares, mientras que en Irlanda, con jornadas más cortas, cada hora genera 153 dólares. La ecuación es contundente: más horas no equivalen a mejores resultados.
“Cuando una compañía normaliza jornadas laborales de 60 horas, el síntoma visible es el agotamiento, pero la causa profunda se encuentra en la dirección. Los horarios de trabajo extenuantes no demuestran una cultura de alto desempeño; evidencian la incapacidad para construir sistemas operativos eficientes”, explica Gabriel Uribe, CEO y fundador de Rising Up, firma especializada en transformación operativa a través de conciencia corporativa y marcos de trabajo ágiles.
Datos del IMSS, la OCDE y el NSC ponen en evidencia tres efectos críticos: deterioro de la salud del talento, caída de la productividad y pérdidas financieras que alcanzan hasta un millón de dólares al año.
Las tres grietas que fracturan un imperio
El impacto de esta inmadurez operativa se manifiesta en tres dimensiones críticas:
Salud del talento: De acuerdo con el IMSS, 75% de los trabajadores mexicanos padece estrés laboral, enfermedades cardiovasculares o burnout severo, una proporción que supera a China con 73% y a Estados Unidos con 59%.
Productividad real: La OCDE reporta que México registró una caída de 0.4% en crecimiento de productividad, lo que lo ubica como el segundo país menos productivo a nivel internacional.
Costo financiero: Una empresa de mil empleados puede perder hasta un millón de dólares anuales por ausentismo, rotación y baja productividad vinculados con burnout, según el National Safety Council (NSC).
¿Cuál es la solución?
Las organizaciones con infraestructura sólida y madurez directiva construyen sistemas donde la claridad estratégica elimina reuniones innecesarias, los procesos automatizados liberan capacidad mental y la tecnología multiplica el impacto sin extender los horarios.
Por esta razón, resulta esencial adoptar enfoques capaces de mejorar resultados sin sacrificar al capital humano. Así, el crecimiento y el bienestar funcionan como objetivos interdependientes cuando existe un liderazgo consciente con visión innovadora respaldado de marcos de trabajo ágiles.
“Las empresas que dominarán el mercado en las próximas décadas comprenden que la eficiencia nace de la inteligencia, no del desgaste normalizado. 60 horas no son muestra de compromiso, son una alerta de que fallaste como líder. La madurez directiva se mide por la capacidad de generar más valor con menos agotamiento”, concluye Uribe.











